Te Deseo un Muy Buen Año… ¡y me la banco! – por Mariana Weschler

Dentro de la ola de inseguridad en la que estamos inmersos, y como si los asaltos de este año hubieran sido pocos, parece que alguien, vaya a saber quién, se afanó el 2008. Los meses se escurrieron y se hizo diciembre, así nomás. Y aún con un año que nos duró poco estamos todos con la mira puesta en el próximo, y no porque lo esperemos con ansiedad.

Entre crisis varias y con un pronóstico poco alentador para el 2009 se acerca un festejo tan poco común, que no me extrañaría que en la tapa de la revista Gente, en lugar de los cola-less del año, aparezcan ¡las caras de culo de fin de año!

No creo que haga falta entender qué pasó con la bolsa de Nueva York, ni porqué sigue habiendo inflación, ni siquiera que haya que leer el diario todos los días para ver que se viene un año complicado. Pero desde que tengo uso de memoria que no solemos esperar años maravillosos, ¿o no? Por eso me cuesta entender que cuando le digo a alguien “feliz año” me contesté “este año no hay nada que festejar”. ¡Algo que festejar tenés que tener! Al menos una cosita. La estadística y los balances no acompañan, pero ¿y la excepción? Es como cuando te sacan fotos: de 30 salís bien en una, y con eso alcanza para que armes un flor de portarretratos.

Así que: por la foto en que parecés modelo, el día que te mataste de risa con amigos, la vez que la pegaste con una propuesta de trabajo, el 10 que trajo el nene de la prueba de matemáticas, el feriado que te fuiste de vacaciones y te olvidaste del resto del mundo, la siesta que te echaste ese domingo a la sombra de un árbol, y por todas las alegrías, por mínimas que sean, que te pueda dar el 2009: ¡Te deseo un muy feliz año nuevo!